Hace unos días que he visitado O Cabo do Mundo (Lugo) . Es un paisaje impresionante creado por la tectónica, la litología, el río Miño y el tiempo.
Cuando entre los árboles vislumbré el meandro del río me quedé impresionada por la belleza y grandiosidad del lugar. Es maravilloso ver cómo el Miño se adapta al relieve gallego y, asimismo, cómo lo modela a su antojo y necesidad donde le es necesario. Pero no menos importante es comprobar cómo el hombre se ha adaptado a este lugar, cómo lo aprovecha y cómo, todavía, lo respeta.
Después, bajé hasta el mismo río, me senté en su orilla y escuché, olí, vi, mojé en el agua mis manos sintiéndome parte de este lugar para siempre. Y sentí… paz.