«Érase una vez una princesa que ¡dudaba mucho!.
Tanto
dudaba, que se dedicaba a preguntarle a las margaritas por las respuestas que no
hallaba…. pero las margaritas no respondían, no
hablaban…
Aún así, ella se acomodaba en el campo y dejaba un reguero de
pétalos de preguntas sin respuesta…
Las margaritas no sabían cómo decirle en su
idioma que no les molestaba que las deshojase, pero que las respuestas estaban
en las preguntas…así que contrataron a una
abeja para que fuese su traductora natural.
La abeja picó la curiosidad de la chica en sus labios, para que así, en vez de deshojar margaritas, cada
vez que tuviese una duda, ésta se convirtiese en una pregunta y la pregunta en una respuesta en la que la chica
hallase SU RESPUESTA…»
Da qué pensar Zaida…Es muy bonito, muy tierno, muy bueno y a todos nos asaltan esas preguntas alguna vez. Te lo dice la profe de Taller Literario y tu amiga. ¡Gracias…!